Ojalá no sucumbas
al grito de los heridos
ni a las tanquetas
que arrastran por el camino
aroma de héroes malditos.
Ojalá no sucumbas
al llanto de los tornillos
ni a las virutas baratas,
a la hojarasca del bosque
ni a las niñas mulatas.
Ojalá vivas alegre
en el espacio del hombre
la fe que se acostumbra
en estos parajes de muerte.
Que la tierra sea tierra
de todos, ningún esclavo,
y que el trueno retumbe
hasta el umbral de los oídos.
Ojalá no sucumbas
y te des cuenta, no hay dos,
sino uno ya caído
que sólo tiene esperanza
al mirarse al ombligo.
Maldita gracia si yo
dispongo del verso enemigo
para hacer caricatura del Sol
o mezclar la piel en el trigo;
que si hoy el abandono
me arrastra hasta el suburbio
es porque ya he hecho cabriolas
en las miserias del mundo,
y ya, solamente espero el presente,
dejar atrás el pasado
y lejos el futuro
para mezclarme con la gente.
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