Me columpio en un andamio
y miro raudo al suelo,
la esperanza de un desvelo
que me lleve a la caricia
del recuerdo que aún anhelo;
miro las duras aceras
envuelto en la envoltura
de quien ansia el cielo
y se pierde en la locura
mansamente del sueño.
A veces vivo las alturas
con miedo al desequilibrio
mientras juro respeto
a la sombra que me persigue
anclada en un pasado ciego.
A veces vivo la vida
con el aroma de lo incierto...
Procuro dar un paso ancho
antes de tropezar con el muro
que en la duda me confunde,
que en la noche me condena,
pero a pesar del viento
que silba tremendo en el llano
voy derrotando fantasmas,
deshaciéndome de frías cadenas
para al fin ser libre en el alma.
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