Semejo un sueño ramplón
en medio de una calle,
el silencio de un instante
me lleva al sutil abandono
del clavel que imagino
alzando orgulloso su tallo;
voy de morada
en morada
descubriendo los pecados
y las virtudes del presente
surgen diáfanas de repente
devolviéndome a la nada.
Qué soy después de todo
sino simple caricatura
de la sombra a la luz
que contempla una aurora
cercano a la cruel locura,
lejos de la juventud,
en las postrimerías del duelo,
dibujando nubes en el cielo
creyéndome en la quietud
del alma que ahora despierta.
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